
El título le gustó.
Cuando alargó la mano para cogerlo, el estómago le dio un vuelco. Lo abrió por la primera página.
Arqueó una ceja intentando concentrarse ¿De qué le sonaban esas palabras? ¿Lo habría leído anteriormente y lo había olvidado? Pasó una página y otra incapaz de creer lo que veía. Sus palabras. Impresas en el suave papel del libro.
Él las había extraído de su cabeza y las había unido formando pequeñas historias que había ido publicando aquí y allá.
Sus dedos temblaron al llegar a la última página, exacta a la que tenía sobre el escritorio. Un dolor agudo en el pecho hizo que soltara el libro…
Un libro rojo muy presuntuoso diria yo... Já
ResponderEliminarBesos! ;)
Haaaaaala, ya te has cargao al prota de su propia historia.
ResponderEliminarQué cosas...
PD: Hay un relato exquisito de Giovanni Papini con un argumento similar, más extenso, claro, porque no es un micro, y del que no recuerdo ahora el nombre. :S