Y para celebrar el día de San Valentín, os dejo un relatillo, en clave de humor que se me ha ocurrido en este día tan amoroso.
Me levanto de mala leche, me administro mi dosis de cafeína necesaria para pensar y me voy de cabeza a la ducha antes que se me haga tarde. Cuando ya estoy vestida y maquillada, me planteo seriamente la posibilidad de llamar a la oficina y declararme enferma, paso de flores, corazones rojos y demás chorradas varias.
¡Feliz San Valentín!
Me levanto de mala leche, me administro mi dosis de cafeína necesaria para pensar y me voy de cabeza a la ducha antes que se me haga tarde. Cuando ya estoy vestida y maquillada, me planteo seriamente la posibilidad de llamar a la oficina y declararme enferma, paso de flores, corazones rojos y demás chorradas varias.
Al salir de casa se me alegra un poco el día al encontrarme con Marcos, el vecino macizo del piso de enfrente.
–Hola vecina, ¡Feliz San Valentín! –Me dice mientras me guiña un ojo, juguetón.
Instintivamente me llevo las manos a las caderas para comprobar que mis bragas siguen en el mismo sitio, que no se me han caído al suelo como yo pensaba o más bien temía.
Parece que a cada uno le afecta este día de diferente manera. Mi vecino me coquetea, el portero sonríe por primera vez en su vida y a mi me pone de mala uva.
Envidiosa y molesta (durante el trayecto en metro me olvido de Marcos y su guiño) entro en la oficina, que está repleta de caras sonrientes a las nueve de la mañana de un martes, y camino resuelta a mi despacho.
Marisa la de contabilidad, me ofrece un bombón al pasar junto a su mesa, sobre la que flotan dos globos rosa chillón con forma de corazón.
Le digo que sí y lo cojo con dos dedos, ¡lo que me faltaba a mi! Comerme un bombón, seguro que con ello tengo todavía más fácil encontrar un novio para el año que viene.
Entro en mi despacho rauda y veloz y solo cuando la puerta se cierra tras de mí, respiro tranquila, ya estoy en mi pequeño mundo a salvo de las sonrisas, las flores y los jodidos bombones tentadores.
Me quito la chaqueta y cuando voy a colgar el bolso en el respaldo de mi silla, veo encima de mi mesa a una inesperada intrusa.
Una solitaria rosa roja me observa desde su posición con una pequeña tarjetita sobre su largo tallo.
Me abalanzo en plancha a por ella:
Bea
¿Te apetece cenar conmigo esta noche?
J
–¿J? –pregunto en voz alta a la solitaria rosa.
¡Dios! Hay miles de J en esta oficina.
Está Javier el informático, pero no puede ser, está casado, ¿o sí puede ser?
¿Juan? El de seguridad, pero si lleva meses coqueteando con Marta, la secretaria de dirección.
¿Dirección? ¿Jaime?
–¡Despierta Bea! –me regaño en voz alta–. Baja de la nube en la que estás montada bonita.
Creer que Jaime sea el J de la nota, supera con creces todas mis neuras más salvajes. Jaime no solo es mi jefe, es el tío más bueno que nadie se pueda imaginar, pero está tan fuera de mi alcance, que nunca me he planteado nada amoroso con él, bueno, en sueños sí... Somos compañeros y amigos desde la universidad y puedo estar equivocada en muchas cosas, pero en esto seguro que no, Jaime no me ve como una cita, ¡ni de coña!
Después de una hora sentada en mi escritorio fingiendo que trabajo, cuando lo único que hago es darle vueltas a la cabeza intentando descifrar el misterio de la J. Me levanto y voy en busca de un café, y me sorprendo a mi misma sonriendo, las flores ya no me molestan tanto, y cuando paso por delante de la mesa de Marisa, soy yo la que le roba un bombón y le guiña un ojo.
Regreso a mi oficina con una sonrisa boba que no sabía que tenía y me quedo plantada en la puerta cuando veo a Jaime sentado en mi silla con mi rosa en las manos.
Antes que pueda saludarle, me espeta:
–No me has contestado.
–¿Qué tenía que contestarte? –¡ay Dios que me estoy mareando!
–Si aceptas cenar conmigo. –Contesta con la mirada clavada en mi.
–Claro
–Genial. Te recojo a las ocho. –Me anuncia mientras se levanta de mi silla y se acerca a mi sonriente–. Ciao
–Adiós. –Le contesto con mi nueva sonrisa boba recién estrenada.
Me levanto de un humor inmejorable, me administro mi dosis de cafeína necesaria para pensar, y me voy de cabeza a la ducha antes que se me haga tarde.
Cuando ya estoy vestida y maquillada, me decido a despertar a Jaime.
Jajajajaja
ResponderEliminar¡Es genial, sister!
Me ha gustado mucho mucho ^^
¡Un besote!
Muy bueno
ResponderEliminarFeliz San Valentín a ti también.
Genial, a mi me ha encantado ;) jajajaj veo que las dos por esos de primas somos reacias a San Valentin jajaja pero luego nos rendimos como las que más ;)
ResponderEliminarmuy bueno!!! me ha encantado!
ResponderEliminarSaludos y pensamientos positivos :-DD
Hola guapa!, que bonito y original relato!, me ha gustado un montón... así que, no sólo se fue a cenar con su jefe, el de la "J", sino que también pasó la noche con él en su casa... jejeje. Por razón esta vez se levantó con buen pie!, jajaja
ResponderEliminarFeliz San Valentín para ti también querida Olga!, muak!
Muy bueno !! y valla imagen que has puesto ja ja !!
ResponderEliminaral menos se le alegro el día a la pobre Bea!
besos y feliz día!!
Es xulisimoo!! Es muy divertido^^
ResponderEliminarFeliz San Valentin!!
Que bonito *o*
ResponderEliminarMe ha gustado, está genial
Besitos
Me ha gustado mucho, está muy bien
ResponderEliminarMuy bueno Olga!!!!!!!!
ResponderEliminarBesos
Claudia - Libros de Romántica
Genial!! me ha encantado!!
ResponderEliminarMe encantan estos regalos, ya sean por San Valentin o por San Bernardo...
Besos!!