Os dejo un relato cortito y juvenil que escribí para el primer aniversario del blog Mundo Paralelo que preparó una antología de relatos que puede descargarse aquí. Os recomiendo que lo hagáis hay relatos para todos los gustos y es muy fácil conseguirlo.
Toda la población femenina de primero B estaba a las puertas de la sala de teatro, a la espera de que el profesor de artes escénicas sacara la lista definitiva para la obra. El papel que todas esperaban conseguir era el de Julieta. Y es que era vox populi que Pablo Paz iba a ser Romeo, lo que había producido una audición en masa para el papel de la protagonista.
El mencionado se encontraba a la espera de su futura paternaire junto a su amiga Rebeca quien también había hecho la audición para el deseado papel.
—¿Crees que tengo alguna posibilidad?
—Quizás en algún mundo paralelo, en este, lo dudo.
—¡Qué malvado eres! —se quejó Rebeca incómoda ante las palabras de su amigo.
—¿Yo?
—Un momento, ya sé lo que te pasa. Quieres que Eva sea tu pareja. Me apuesto lo que sea a que tienes los dedos cruzados.
Pablo dio un respingo, ¿cómo lo sabía? No es que prefiriera a Eva, es que iba a ser incómodo besar a su amiga.
Iba a preguntar cuando Andrés, el profesor de teatro, salió con un folio en la mano. Sonrió al ver congregada a tanta gente y se acercó al corcho de los anuncios para colgar la lista definitiva de actores.
Eva se acercó contoneándose y rozó deliberadamente a Pablo al pasar junto a él.
Rebeca se aguantó las ganas de reír poniéndose la mano en la boca y mirando para otro lado. ¡Por Dios! Cuantas películas había visto esa chica y lo más importante, ¿de qué tipo eran?
—Aún hay que ver a quién le dan el papel. —Repuso Pablo muy serio.
Rebeca estuvo a punto de aplaudirle, pero se lo pensó mejor y se aguantó las ganas, el corte de su amigo ya había sido suficiente humillación.
Se acercaron en cuanto pudieron hacerse hueco entre las impacientes aspirantes. Notó que Pablo estaba tan impaciente como ella misma por ver la lista.
—¡No me lo puedo creer! —dijo una de las chicas, con cara de desolación.
—No hacen buena pareja. —Añadió la otra.
—¡Qué suerte ha tenido! Se pasa el día con él y ahora encima esto.
Rebeca comenzó a ponerse nerviosa, ¿la miraban todas las chicas o era cosa de ella?
Encontró la respuesta tras el nombre de Julieta, lo había conseguido, el papel era suyo.
Se giró para mirar a Pablo que estaba tan asombrado como ella. Enfadada al ver su cara de sorpresa le comentó:
—Crees que en este mundo paralelo habrá Coca Cola.
—No seas tan sutil, es evidente que estás echándome mi frase a la cara.
—¡Cuánto me alegro de que seas tan inteligente! Tal vez te perdone si me invitas a una cola.
—Eso está hecho, hermosa dama.
***
—Vamos a tener que superarlo. —Dijo Pablo— tampoco es tan grave, todos los actores se besan entre ellos alguna vez.
—Y tampoco somos tan amigos. —Se quejó Rebeca.
Él arqueó una ceja, interrogante.
—Me refiero a que nos conocemos desde hace un año. No debería ser tan raro, además…
—¿Además qué? Me molesta que dejes las frases a medias. —Protestó Pablo ante la irritante costumbre de su amiga.
—Bueno, cuando llegaste, me gustabas… Antes de que nos hiciéramos amigos, quiero decir.
La cara de Pablo cambió de color, primero se puso blanca, luego roja. Abrió la boca y la cerró varias veces, sin nada que decir.
—No pretendía asustarte. —Dijo Rebeca riendo.
—No me has asustado, es solo que…
—¿Quién no termina ahora las frases? —preguntó intentando destensar el ambiente.
No tendría que haber dicho nada, ahora su relación era aún más incomoda de lo que ya era cuando descubrieron que el papel de Julieta era suyo. Rebeca siempre había querido actuar, por eso se había matriculado en el bachillerato de artes escénicas. Que Pablo fuera Romeo era secundario, o al menos intentó convencerse de ello.
—A mi también me gustaste cuando llegué. Esa fue la razón por la que busqué tu amistad.
—¿En serio?
—Claro. Eres la chica más guapa del instituto, y no me digas que no lo sabias…
—Pero yo creía que Eva…
—Es guapa, pero es demasiado creída. —Confesó Pablo.
—No va a ser tan raro como pensábamos, ¿verdad?
—No, no lo será. —Y añadió—, vamos a ello.
Sin comentar nada más abrieron sus libretos por la página elegida y comenzaron.
—Romeo: (Tomando la mano de Rebeca). Si con mi mano he profanado tan celestial altar, perdóneme. Mi boca borrará la mancha, cual peregrino ruboroso, con un beso.

—Romeo: ¿Y no tiene labios el santo lo mismo que el romero?
—Julieta: Los labios del peregrino son para orar.
—Romeo: ¡Oh, es una santa! Cambien pues de oficio mis manos y mis labios. Ore el labio y otórgueme lo que le pido.
—Julieta: El santo escucha con tranquilidad los ruegos.
—Romeo: Entonces, escúcheme tranquila mientras mis labios oran, y los suyos se purifican. (La besa).
—Julieta: En mis labios queda la huella de su pecado.
—Romeo: ¿Del pecado de mis labios? Ellos se retractarán con otro beso. (La besa nuevamente).
—Julieta: Besas muy virtuosamente.
—¿Cómo crees que ha ido? —preguntó Pablo tímidamente.
—A mí, me ha gustado, que me besaras, quiero decir. —Confesó Rebeca con más decisión que Pablo.
—¿Yo o Romeo? —preguntó de nuevo con timidez.
—Tú. Me gusta cuando me besas tú, aunque Romeo no besa nada mal.
—Perfecto. Porque voy a enseñarte que Romeo a mi lado es un principiante.
—Creo que vas a tener que esforzarte a fondo, como te digo mi Romeo no tiene igual.
Por supuesto, Pablo aceptó el reto.
me ha encantado este relato
ResponderEliminar
ResponderEliminarUn relato muy bonito, acabo de descubrir el blog y me ha encantado tu forma de escribir, así que seguramente me verás en la presentación de "Un amor inesperado" en Barcelona :)
Besos
@Kathlyn genial, me encantará conocerte.
ResponderEliminarUn abrazo