Yo releo, tú lees, él lee...

Verano. 
Esa época del año que todos añoramos durante los meses de frío y de la que nos quejamos sistemáticamente cuando el calor aprieta y, el trabajo todavía nos impide ir a la playa, a la piscina o simplemente quedarnos en casa sin tener nada que hacer. 
Y aun así, nos pasamos el año dejando los pendientes para esos tres meses que pasan tan volando que cuando nos damos cuenta nos han dejado atrás y, seguimos sin hacer lo que nos habíamos propuesto. 
La lista sigue intacta y no podemos tachar nada lo que nos deja un regusto de culpabilidad que no combina con el moreno que tantos sudores nos ha costado. 
Yo por eso he dejado de hacerlas. Lo máximo a lo que llego es a hacer una pila de libros, que dejo sobre la mesa de mi despacho y que miro con ojos golositos durante la época de estrés en la que el tiempo (libre) es más que oro, es una quimera. 
El caso es que ahora que puedo leer, más o menos y en los ratos en los que la familia me deja, lo que realmente me apetece es releer esos libros que me han marcado de un modo u otro.
Y así estoy yo, apilando más libros y echando mano de las estanterías. Y como cada verano recurro a los tres libros de siempre. Son tres porque así me permito leer alguno de los que ocupan espacio en mi escritorio.

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¿Y por qué estos y no otros? La culpa la tienen los personajes. 
Cada una de estas novelas tiene como protagonistas a personas aparentemente normales, pero que en realidad son excepcionales. 
En El diablo en invierno es imposible no enamorarse del personaje masculino o no admirar al femenino. Aparentemente son dos personas que no tienen nada en común, pero en cuanto se conocen un poco salta la chispa. Esa chispa que te deja pegada a sus páginas como solo Lisa Kleypas sabe hacer. 
Decir que lo recomiendo es ser sutil. No es que lo recomiende es que si te tuviera a mano te obligaría a leerlo con la seguridad de terminarías por agradecer mi pesadez.
En Jane juega y gana, la protagonista es una chica normal. No se maquilla, no viste bien y aun así encandila al chico que todas quieren. Y lo mejor de todo es que sigue siendo fiel a sí misma durante toda la novela. No se disfraza para conseguir al chico que quiere, ni se esfuerza para ser una chica sexy. Simplemente es ella misma, la mejor táctica de seducción.
En Seduciendo a Mr Bridgerton vuelve a suceder lo mismo. La chica en la que nadie se fija, esa que pasa desapercibida. Aquella que nadie se molesta en darse cuenta de lo especial que es, esa, consigue al chico popular. Al que todas las madres quieren como yerno y por el que las jóvenes suspiran.
¿Qué queréis que os diga? En esta época en que las apariencias los son todo, en la que estar delgada y tener buen aspecto es la meta de muchas jóvenes, yo me inclino por estas novelas que hablan de ser uno mismo, de sentirte bien en tu propia piel y de que no hace falta ser despampanante para que los sueños se cumplan. 
Si a vosotros también os gustan las historias en la que los protagonistas no son perfectos, tomad nota, y que el verano nos sirva para algo más que lucir palmito y tachar pendientes.

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