Os dejo mi aportación en Cachitos de amor, una antología solidaria.
Maldijo su mala suerte reincidente, su coche y la parada del bus repleta de gente, seguro que tendría que viajar de pie. De repente su mirada cayó sobre una melena oscura que esperaba junto a los demás, su mente evocó cafés en la facultad, risas y partidas de cartas. Se acercó lentamente a ella:
—¿Daniela? —preguntó cauteloso—.
—¡Pablo, cuánto tiempo! ¿Vas en bus a trabajar?
—Desde ahora sí.
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